lunes, 26 de noviembre de 2007

La lucha de clases en México y los retos de la juventud revolucionaria en Centroamérica

“La juventud es la llama de la revolución proletaria”.Karl Liebknecht

MÉXICO D.F. - Vivimos en un mundo enajenado y marcado por grandes contradicciones en todos los sentidos. En la época donde se plantea llevar a un hombre a la luna millones de personas de América Latina, Asia y África son destinadas al hambre, el sufrimiento y la explotación más feroz. Los avances en la genética vislumbran un futuro donde el ser humano pueda tener una comprensión tan avanzada de sí mismo que incluso muchas de las enfermedades que hoy padecemos podrían erradicarse desde el nacimiento; pero hoy mismo miles de comunidades indígenas y campesinas de México, Centroamérica y el conjunto de América Latina no cuentan con servicio médico, los niños siguen muriendo de enfermedades como la gripe o la diarrea. Esto muestra cómo bajo la sociedad actual, donde se han alcanzado grandes avances en la ciencia esta no siempre llega a las amplias masas, por el contrario, existe un monopolio en unas cuantas manos de la ciencia, el arte y las riquezas materiales.

“Para poner sólo un ejemplo: el salario de Tiger Woods, el jugador de golf estadounidense, es más alto que los salarios de todos los empleados de la Nike en Indonesia. Goldman Sachs, una empresa de inversiones de tan sólo 167 socios, obtiene ganancias de $2,200 millones de dólares cada año -lo mismo que Tanzania, un país de 25 millones de habitantes-” (Alan Woods, El socialismo no es una utopía sino una necesidad, publicado en http://www.cedep.militante.org/).

Desde Canadá hasta la Tierra de Fuego se nos habla de la democracia y sus grandes beneficios. EEUU es quien mas bravuconería escupe, aunque el propio Bush ha llegado a la presidencia bajo unas elecciones fraudulentas. Se habla de democracia siempre y cuando los candidatos de las grandes trasnacionales sean quienes queden en los cargos, cuando no recurren al fraude electoral (como en México) o incluso a golpes de Estado (como el caso de Venezuela). Lo que tenemos frente a nuestros ojos es la dictadura de los monopolios.

La turbulencia, la inestabilidad en todos los terrenos tanto económico, político, social y diplomático es lo que caracteriza este periodo. Recientemente miles de personas hacían filas afuera del banco Británico Northern Rock para sacar su dinero pero el banco no contaba con los fondos para regresárselos a los ahorradores. Se basa en la especulación y el capital ficticio; en realidad, sólo pudo sobrevivir debido al rescate del Banco Británico quien dio dinero proveniente de los contribuyentes. Esto no seria tan grave sino es porque refleja en pequeño los grandes males de la economía que todavía sigue siendo la más poderosa del planeta: la de EEUU. El teórico marxista Alan Woods señala en un artículo aparecido en http://www.militante.org/: “En cierta etapa, varios de los inversores extranjeros perderán la confianza en la economía de EEUU. Entonces, veremos el mismo tipo de escenas que vimos hace poco en Gran Bretaña pero a una escala global. Será una huida del dólar similar a la de Northern Rock, y por las mismas razones. Si los inversores extranjeros temen que no conseguirán recuperar su dinero de "EEUU S.A.", harán cola para retirar sus fondos. Cuando ocurrió en Gran Bretaña, el Banco de Inglaterra intervino para apoyar al banco y así garantizar sus depósitos. Pero ¿quién ayudará a la economía norteamericana? El Banco de Inglaterra es el "prestamista como último recurso" en Gran Bretaña, pero EEUU es el "prestamista como último recurso" de todo el mundo” (Alan Woods, El 11 de Septiembre Financiero).

El capitalismo se encamina al vació. La crisis iniciada en Asia a finales de los 90’s se extendió a Turquía, Polonia, Rusia, Brasil y Argentina, en este último país provocó un levantamiento de las masas que derrumbó al gobierno de De la Rua, con imágenes muy similares a cuando los imperialistas de EEUU huían del pueblo Vietnamita, solo que en este caso el antes presidente huía de su propio pueblo. Escenas similares las hemos visto en Bolivia, Venezuela, Ecuador y más recientemente en México con las movilizaciones más numerosas de su historia.

Nuestros pueblos no pueden vivir más con el yugo de la explotación capitalista. Las revoluciones suelen darse por oleadas y vivimos una etapa revolucionaria en América Latina donde nuevas convulsiones se preparan en un país tras otro. El triunfo de los Sandinistas en Nicaragua en las elecciones del 2006 son una muestra de que los trabajadores buscan un cambio; buscan la aplicación de un programa a favor de la clase obrera y campesinado pobre. También se vio un giro a la izquierda en las elecciones guatelmaltecas y en El Salvador se nota que, aun cuando se realizarán las elecciones hasta el 2009, desde ahora ocupa una gran relevancia en la vida política de este país con ARENA sumido en una crisis y gran desprestigio y un Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) con grandes posibilidades de triunfo. Incluso en Costa Rica la estabilidad se esta viniendo por los suelos, la resistencia contra el TLC que ha durado 5 años y que puso en riesgo los planes del imperialismo para este país con movilizaciones impresionantes de cientos de miles de personas y un plebiscito que se perdió por poco margen a pesar de las múltiples irregularidades del proceso y de dar una batalla en la trinchera de la burguesía, es evidente que en condiciones de igualdad el No al TLC hubiera triunfado con un amplio margen. El TLC solo acarreará a la larga más convulsión en este país y en lo inmediato el movimiento luchará contra la implementación de dicho tratado. Centroamérica se encuentra en una profunda inestabilidad y se avecina un periodo de profundización en la lucha de clases.

Para plantearnos los retos de la juventud en la actualidad es necesario comprender en qué momento nos encontramos. Estamos en una era marcada por guerras, revoluciones y contrarrevoluciones, no existe un solo país estable en América Latina. Sin embargo, a pesar de contar con una correlación de fuerzas muy favorable que ha impedido derrotas sangrientas como en el pasado con las dictaduras militares de los años 70, en los procesos revolucionarios en nuestro continente ha faltado una organización y una dirección capaz de dirigirlos hasta la victoria.

El sistema capitalista es un viejo enfermo y los progresos que vivió la humanidad en la etapa de la juventud capitalista ahora se han venido abajo. Tantas guerras, muerte, hambruna, destrucción de las fuerzas productivas sólo pueden provenir de un sistema insano. Lenin decía que el capitalismo es horror sin fin esta frase es más aplicable ahora que en la época que vivió este gran revolucionario ruso.

Es tarea fundamental construir una sociedad y un planeta dignos para la humanidad, basada en una distribución equitativa de las riquezas materiales y culturales, esto sólo es posible bajo una economía planificada donde los medios de producción se encuentren estatizados y administrados de manera democrática por la clase obrera, es decir una sociedad socialista.

Las tradiciones revolucionarias de la juventud
La juventud es rebelde por naturaleza, sin embargo no es homogénea. Trotsky, en alguna ocasión, explicaba que hasta los jóvenes burgueses lo son. Él argumentaba que esta rebeldía radicaba en que ellos no tienen el control y no toman las decisiones; por eso, cuando ellos llegan a estar al frente de sus empresas y la sociedad, se acaba la rebeldía.

Pero para los hijos de las clases explotadas y oprimidas la situación es un tanto distinta, lo que está en juego es nuestro futuro y nuestra existencia misma. El descontento expresado de muy diversas formas por la juventud es producto de vivir en carne propia los males del capitalismo. Es cierto también que en esta etapa de la vida se es más sensible ante las problemáticas que afrenta la sociedad.

Hay un dicho que dice que se es revolucionario solo mientras se es joven, hoy mismo podemos ver, con honradas excepciones, a exrevolucionarios, exmarxistas y exguerrilleros que juegan un papel pernicioso en la lucha de clases, en algunos casos incluso poniéndose en el otro lado de la barricada formando parte del sistema. Otros se han convertido en un freno para los sindicatos y partidos obreros, o simplemente se dedican a desmoralizar a las nuevas capas de luchadores. Se nos suele decir: “Cuando yo era joven también fui revolucionario pero hoy me doy cuenta que no puedes cambiar las cosas”. Eso es completamente falso, la juventud tiene la ventaja de no estar marcada por las derrotas del pasado y si aprende de las experiencias de la historia jugará un papel de suma relevancia.

Para una persona 20 o 30 años pueden ser bastante, pero para la historia 20 o 30 años son apenas un parpadeo. El capitalismo no siempre ha existido y no siempre va a existir, la explotación no siempre ha existido y vamos a acabar con ella. Además nos ha tocado un periodo de cambio en la historia, donde la clase obrera tendrá muchas oportunidades de transformar la sociedad.

Es la juventud, y sobre todo la juventud obrera y los jóvenes hijos de trabajadores (muchas veces estudiantes) quienes a lo largo de la historia hemos jugado un papel protagónico. En Francia la huelga general más poderosa de la historia, con 10 millones de obreros parados, inició con una protesta estudiantil en mayo de 1968. En el Estado Español durante la lucha revolucionaria en los años 30 la juventud revolucionaria también fue relevante como también en las protestas de la época de transición. En 1986-87 vimos nuevamente salir a flote las grandes tradiciones revolucionarias de la juventud española que protagonizó grandes huelgas y manifestaciones y la formación del sindicato de estudiantes, animando al movimiento obrero que a finales de 1987 realizó una huelga general de 24 horas.

Nosotros nos planteamos una transformación profunda de la sociedad en líneas socialistas dado que la historia nos ha demostrado que no existen caminos intermedios ni atajos. Transformar la sociedad es una tarea de la clase obrera en alianza con los demás pobres urbanos y rurales, pero son los jóvenes quienes suelen empujar e impulsar este proceso. Tenemos gran confianza en la clase obrera y estamos seguros que nuevamente saldrá a luchar de manera decidida pero las experiencias recientes en América Latina nos muestran que para poder culminar la tarea no bastan las buenas intenciones y los grandes sacrificios revolucionarios.

¿Qué mas le podemos pedir a los trabajadores latinoamericanos? Cuando han derrumbado presidentes en un país tras otro, han desarrollado huelgas generales, insurrecciones, derrotado golpes de estado, obligado a sus presidentes de izquierda a nacionalizar empresas, ocupado fábricas y echándolas a andar bajo control obrero, formado soviets, en su etapa embrionaria, como los Cabildos Abiertos en Bolivia o la APPO en México.

Los mineros bolivianos en la reunión ampliada de la COB, después de haber echado del poder al odiado Sánchez de Lozada y de que el poder se les escapara como agua entre los dedos, concluyeron correctamente que no tomaron el poder porque no contaban con un partido revolucionario de los trabajadores.

El capitalismo solo nos ofrece desempleo, marginalidad, drogadicción, delincuencia, sobreexplotación…, si aspiramos a cambiar nuestra realidad y construir una sociedad digna para la juventud y el resto de la sociedad debemos aprender del pasado, pues el que no aprende de la historia estará condenado a repetirla y la historia reciente de América latina nos enseña que debemos caminar hacia el socialismo. Para ello se requiere de un partido revolucionario de los trabajadores con una dirección bolchevique, la construcción de esta organización y esta dirección es una de las tareas fundamentales de la juventud revolucionaria.

La lucha de la juventud mexicana, el año de 1968
Los jóvenes en México al igual que en América Latina tienen amplias tradiciones revolucionarias. Sin duda la lucha más importante de los jóvenes mexicanos se vivió en el año de 1968 donde miles de estudiantes realizaron una huelga que se extendió por cinco meses a lo largo y ancho del país. Contra la propaganda de la burguesía, con medios controlados por el Estado, se respondió sacando a cientos de brigadas a las calles, autobuses y mercados con volantes informando la realidad de la lucha de los estudiantes y ganando gran simpatía entre la clase trabajadora y campesina.

La creatividad de los estudiantes salió a relucir, se hicieron infinidad de pintas en autobuses, salieron brigadas de capturas de perros callejeros para pintarles las consignas del movimiento y para contrarrestar la represión, globos que llegando a una cierta altura explotaba y regaban volantes por la ciudad, mítines relámpago al finalizar las películas en las salas de cine, etcétera. El miedo al contagio a la clase obrera, dados los recientes acontecimientos revolucionarios en Francia, hicieron que el Estado reaccionara con una gran brutalidad enviando al ejercito el 19 de septiembre a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el 23 de septiembre al Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde sólo pudieron tomar posesión de las instalaciones las fuerzas represivas después de horas de enfrentamientos. Esto no derrotó al movimiento ni deshizo al Consejo Nacional de Huelga (CNH), un soviet estudiantil, de tal forma que el régimen reaccionó asesinando a cientos de estudiantes en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Este fue un golpe mortal; se encarcelaron a cientos de dirigentes estudiantiles y otros pasaron a la clandestinidad.

Es cierto que el movimiento obrero de aquellos años en México se encontraba bajo el control de la burocracia sindical priista, pero esto no representaba una barrera infranqueable. En la movilización iniciada por los pequeños productores de leche sólo cuatro años antes en el Estado de Puebla, los estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) les apoyaron desde el inició y por la vía de los hechos se pusieron a la cabeza de la lucha. La clase obrera se sumó con un movimiento huelguístico que culminó con el derrocamiento del gobernador. Era factible repetir esta experiencia a una escala mayor y derrumbar al estado capitalista extendiendo al CNH a las fábricas y barrios obreros.

Después de 1968 las cosas no fueron iguales; aun cuando el movimiento recibió una sangrienta derrota las demandas de libertades democráticas se tuvieron que conceder en los años siguientes. El movimiento se trasladó en gran medida de las calles a los centros de estudio debido a la gran represión. En diciembre de 1968 en un mitin en la Plaza Roja de Zacatenco del IPN se disolvió el CNH y los Comités de Huelga de los centros de estudio se convirtieron en Comités de Lucha formandose así Coordinadoras de Comités de Lucha que a la larga no funcionaron. Lo que se requería no eran organizaciones locales de los estudiantes que se comunicaran y se coordinaran entre sí, sino una organización nacional de estudiantes permanente, combativa y estable, con un programa de clase.

El movimiento estudiantil termómetro de la lucha de clases
Miles de estudiantes vieron que no era suficiente luchar por libertades democráticas sino que se necesitaba luchar por el socialismo y vieron la forma de contribuir al proceso revolucionario en México. Muchos dejaron las universidades y se fueron a las fábricas a organizar a la clase revolucionaria, de una forma similar a la que los narodnikis rusos hicieron al “Id al Pueblo”. A pesar del gran sacrificio revolucionario que esto significó mostró que los estudiantes no pueden sustituir a la clase obrera; sólo se es estudiante dentro de una etapa de la vida y después se pasa en su gran mayoría a las filas del proletariado incluyendo el ejército general de reserva. Muchos jóvenes, hijos de trabajadores, tienen que laborar para poder cubrir los gastos de sus estudios o incluso para contribuir al gasto familiar, esto es muy distinto a tratar de forzar un proceso de “proletarización” que en vez de contribuir suele terminar en frustración y deserciones.

Si bien el movimiento de 1968 es una muestra del potencial revolucionario de la juventud, no es el único ejemplo. En 1986 se desarrolló una fuerte lucha en la UNAM, al año siguiente ocurrió lo mismo en el IPN. Lenin decía que el viento sopla primero por las copas de los árboles y en otra ocasión señaló que el movimiento estudiantil es una especie de termómetro que mide la temperatura social. Las luchas de 1986 y 1987 sólo fueron la anticipación de las luchas de obreros y campesinos en 1988 y 1989, donde se venció al PRI en las elecciones. Cuauhtémoc Cárdenas no quiso llamar a luchar contra el fraude a pesar de las grandes marchas, multitudinarios mítines, tomas de municipios e incluso elementos de armamento del pueblo sumados a que el ejército estaba dividido en sus bases y se podría haber partido en líneas de clase. La presión de las masas obligó a construir el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1989.

El caso de Chipas también cuenta mucho sobre la participación juvenil y la orientación política. Fueron los jóvenes quienes estuvieron en la primera línea de batalla, siendo los primeros en impulsar cada una de las iniciativas del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en todo el país. Si la dirección zapatista hubiera planteado la lucha anticapitalista sin vacilaciones desde el principio (a la que llama hasta la sexta declaración de la Selva Lacandona en 2005); si se hubiera basado en los métodos clásicos de la clase obrera y no en supuestos nuevos métodos que han demostrado en cada etapa su rotundo fracaso llevando al movimiento a la dispersión y si se hubiera orientado las fuerzas a la construcción de una fuerte y disciplinada organización de los oprimidos -un partido revolucionario de los trabajadores- los días del capitalismo en México estarían contados.

Muchos jóvenes se desligaron a la lucha revolucionaria por la mala orientación de la dirección del EZLN y ahora su política sectaria hacia el PRD y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha aislado al moviendo zapatista poniéndolo en una situación de riesgo ante el régimen. Eso no elimina el gran sacrificio mostrado por la juventud y las comunidades indígenas en todos estos años que siguen siendo un inspirador ejemplo de lucha.

La huelga de la UNAM de 1999-2000
Después de 1968 la lucha más importante de los estudiantes en México se vivió con la huelga del Consejo General de Huelga (CGH) de la UNAM que inició en 1999 y terminó en el 2000 y que puso a prueba a las distintas tendencias en el movimiento durante casi diez meses. Los reformistas de derecha representados por la burocracia del PRD jugaron un papel pernicioso: maniobraron y pactaron a espaldas de las masas e intentaron vender el movimiento. Rápidamente quedaron aislados y fueron expulsados de la lucha.

El pecado del reformismo se paga con el ultraizquierdismo y los métodos del sectarismo mostraron sus propias limitaciones. Se decía que el PRD era un partido burgués sin poder explicar el por qué los primeros en apoyar la lucha de los estudiantes y mantenerse de aliados hasta el final fueron las bases de estos partidos. Lo que pretendían los reformistas lo consiguieron de manera inconciente los grupos ultraizquierdistas: aislar el movimiento y abrir paso al levantamiento de la huelga de manera violenta con la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) a las instalaciones de la UNAM, terminando con el encarcelamiento de alrededor de mil estudiantes. Los métodos del sectarismo en vez de corregirse, se profundizaron, llevando a infinidad de organizaciones estudiantiles a la bancarrota.

La huelga de la UNAM recibió una derrota parcial debido a su dirección reformista y sectaria, su debilidad radicó en la debilidad de las fuerzas del autentico marxismo que nos mostró de nuevo la necesidad de construir una organización estable y sólida del estudiantado a nivel nacional rescatando la experiencia de los Comités de Lucha y de las luchas del estudiantado español; así fue que construimos el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Publica (CEDEP).

La naciente revolución mexicana
“México ruge por sus cuatro costados. Hay que remontarse a las jornadas heroicas de la revolución mexicana, sobre todo al cerco de los ejércitos campesinos comandados por Emiliano Zapata y Pancho Villa sobre el Distrito Federal en diciembre de 1914, para encontrar una crisis social y política de características semejantes. La memoria de la revolución mexicana, de la guerra campesina que incendió el país amenazando al poder de las clases poseedoras tanto del campo y de la ciudad ha vuelto a reencontrarse en este formidable movimiento de masas contra el fraude electoral” (México en la Órbita de la Revolución Latinoamericana, Fundación Federico Engels México).

La historia es un proceso donde una serie de cambios llegan a un punto de inflexión provocando saltos bruscos y repentinos; para una persona común estos acontecimientos pueden ser como un rayo que sale de un cielo despejado. El papel del marxismo es comprender las leyes de la historia para prever su desarrollo y tiene como principio analizar las cosas tal y como son. Los “marxistas” que analizan la realidad bajo ideas preconcebidas, nos presentan una caricatura del marxismo y de la misma realidad. Para estos “marxistas” la revolución debe de ser obreros haciendo huelgas, marchando con el puño izquierdo en alto cantando la internacional y dirigidos por ellos, todo lo demás son patrañas. En el mundo real la naturaleza aborrece el vacío y ante la ausencia de un partido revolucionario, las masas utilizan las organizaciones y dirigentes existentes que en el caso de México es el PRD y los sindicatos. La prueba de los revolucionarios es la revolución misma y nuestro deber no es abstenernos de la participación en las luchas de masas de los trabajadores, sino mostrar de manera amistosa a los trabajadores las limitantes del programa, los métodos y los dirigentes que se encuentran al frente. Esto no lo entendió el EZLN y su Otra Campaña y ahora pagan las consecuencias de sus errores.

La necesidad hace uso del accidente. Al igual que en 1910 nuevamente el fraude electoral fue el detonante que inició la revolución en México. La polarización era creciente y se veía en las huelgas mineras, la lucha magisterial, y la batalla electoral que ya había contado con la movilización de un millón de personas contra el desafuero de AMLO. El deber era unificar la lucha minera, la lucha revolucionaria en Oaxaca e incluso la Otra Campaña del EZLN con la lucha a nivel nacional contra el fraude electoral.

Mientras que en la ciudad de México los obreros y campesinos desbordaban las calles, en la capital de Oaxaca, uno de los Estados más pobres de este país, los trabajadores y jóvenes, con el magisterio a la vanguardia tomaron el cielo por asalto, desafiando las viejas instituciones caducas del corrupto Estado capitalista y formaron un organismo de poder de los trabajadores al que le llamaron Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) que le disputó el poder a la burguesía. En el 2006 la burguesía mexicana estaba contra la pared, la clase obrera podía haber extendido la experiencia de Oaxaca formado Asambleas Populares en cada Estado de la república. Los sindicatos y el PRD podrían haber convocado una huelga general y evitar la imposición de Felipe Calderón, actual presidente espurio, tomar el poder e iniciar un cambio profundo en la sociedad.

La burguesía no es lo suficientemente fuerte para derrotar en estos momentos a los trabajadores y la clase obrera no es lo suficientemente poderosa para tomar el poder, debido en gran medida a la debilidad de la dirección revolucionaria. El proceso revolucionario en México no ha concluido, solo ha tomado un respiro. Se extenderá por años como lo vemos ahora en Bolivia, Venezuela y Ecuador.

Bajo el mando de Felipe Calderón, las contradicciones que ya perfilaron en 2006 siguen desarrollándose: existe una brutal pérdida del poder adquisitivo, el desmantelamiento de los Contratos Colectivos de Trabajo, fuerte represión y pérdida de los derechos laborales manifestadas recientemente en la imposición de la Ley del ISSSTE que busca desmantelar la seguridad social, las jubilaciones y las pensiones de los trabajadores al servicio del estado que suman dos millones y medio y afectan aproximadamente a 10 millones de derechohabientes. La burguesía no puede subsistir si no es a base de atacar a los trabajadores, pero los trabajadores no están dispuestos a soportar un ataque más. Esto es una receta acabada para el incremento de la lucha de clases y es aplicable no solo para México sino también para el resto de Centroamérica y América Latina.

El papel de los marxistas en la revolución mexicana
Hablar de lo que ya hemos hecho nos ayuda a visualizar el futuro. El origen del CLEP-CEDEP lo debemos remontar a la lucha de 1968; hay un hilo que no se rompe porque hemos luchado a partir del Comité de Lucha de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (CLESIME) de forma ininterrumpida desde 1968 hasta la fecha. El CLESIME fue la columna vertebral para construir el Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico (CLEP). Somos herederos directos del heroico movimiento de 1968, de 1971 y las posteriores batallas de la juventud como las luchas de masas de los 70, los movimientos de 1986-87, las protestas estudiantiles en el IPN y la UNAM a inicios de los 90, la huelga de la UNAM en 99-00, la lucha contra la reforma a la Ley Orgánica del IPN en el 2002, etcétera. No ha habido ningún acontecimiento de relevancia nacional en el que no hayamos participado, hemos levantado la bandera del internacionalismo y hemos apoyado de muy diversas formas a las luchas del pueblo nicaragüense y salvadoreño contra el imperialismo y la oligarquía, por poner un par de ejemplos.

En 1999-2000 nos planteamos la construcción de una organización que rescatara lo mejor de la experiencia del movimiento estudiantil en México y a nivel internacional. Tomamos como referencia el ejemplo del Sindicato de Estudiantes del estado español, pugnando por una organización nacional de los estudiantes sin que existan barrera alguna por pertenecer a una universidad u otra. Es así como nace el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP). Finalmente en el año 2007 se fusionan (aunque desde antes ya se trabajaba de manera unificada) el CLEP y el CEDEP como un paso más en la construcción del Sindicato de Estudiantes en México.

Hemos luchado por construir una organización sólida de los estudiantes pero entendemos que la problemática de la juventud es mucho más amplia. Antes de ser estudiantes, somos hijos de trabajadores que luchamos por el derecho a recibir una educación pública, gratuita, democrática, científica y de calidad. Sabemos que las universidades no son una isla y que no es posible transformar de manera plena y profunda la educación sin también transformar al conjunto de la sociedad; por eso luchamos hombro con hombro con la clase trabajadora.

Hemos participado en la lucha contra el desafuero, llamamos a votar en el 2006 por el PRD y López Obrador a la par que llamábamos luchar por un programa socialista y romper todo tipo de vínculos con nuestros enemigos de clase. Advertimos que se preparaba un fraude electoral (en un momento donde todos daban por echo el triunfo de AMLO) y llamamos a prepararnos y luchar contra él.

Poco antes de que se desarrollaran las elecciones combatimos en el IPN la imposición de un reglamento académico, llamamos a una concentración en la Plaza Roja de Zacatenco a la que asistieron cerca de 10 mil estudiantes, llamamos a una huelga general en el IPN si las autoridades no daban marcha atrás a sus ataques. De manera fulminante detuvimos un ataque que tenían preparado desde el 2002, cuando también paramos las reformas privatizadoras. Las autoridades prefirieron dar marcha atrás a enfrentarse a un fuerte movimiento estudiantil que tendría como dirección principal a los marxistas, que se vincularía al movimiento obrero y sería un ejemplo para el mismo.

Consumado el fraude participamos en cada una de las acciones centrales para combatirlo. Vinculamos las luchas que dirigíamos con las luchas nacionales, tal es el caso del Movimiento de Estudiantes No Aceptados (MENA); distribuimos cientos de miles de volantes y vendimos decenas de miles de periódicos llamando a realizar una huelga general, a formar Comités de Lucha en cada barrio, fábrica y Centro de Estudio, a formar Asambleas Populares en cada Estado del país y a convertir a la Convención Nacional Democrática (CND) en un organismo de poder de los trabajadores basado en los comités de trabajadores, amas de casa y estudiantes. Esto con el fin de evitar la toma de posesión de Calderón y posteriormente para desarrollar una dualidad de poderes, como lo fue la APPO en Oaxaca, que permitiría derrumbar al gobierno espurio. Participamos en la lucha del Pueblo de Oaxaca, llamamos a la unidad de acción con la CND y los sindicatos, defendimos junto con miles de jóvenes y trabajadores las conquistas de la lucha oponiéndonos a la entrada de la PFP, como lo fue Radio Universidad, la voz del Pueblo.

Más recientemente fuimos cofundadores del Consejo Nacional de Huelga que surge al calor de la lucha contra la imposición de la nueva Ley del ISSSTE. Impulsamos la formación del CNH-IPN basándonos en la experiencia del movimiento de 1968, pugnamos por la unidad de los estudiantes y los trabajadores, realizamos paros conjuntos, en algunos casos rebasando a las direcciones sindicales propatronales y apoyando activamente la democratización de los sindicatos.

La represión contra el movimiento estudiantil
Todo esto no le ha agradado a la burguesía y sus representantes en las universidades, los marxistas hemos demostrado no sólo en las palabras sino también en los hechos cómo se debe luchar. En Oaxaca el gobierno de Ulises Ruiz encarcela a uno de nuestros compañeros y un par de semanas después en el Politécnico se reprime una movilización de los aspirantes no aceptados dirigida por el CLEP-CEDEP, entraron más de 800 cuerpos policíacos de distintas corporaciones, en su mayoría granaderos, y después de golpear a niños, madres y padres de familia, compañeras embarazadas, etcétera fueron aprehendidos 9 compañeros. Desde 1968 no entraban fuerzas policíacas a reprimir una protesta estudiantil en el IPN.

Las autoridades con Enrique Villa, director general y Efrén Parada, secretario general del IPN, al frente utilizaron todo su aparato jurídico para someternos, tratando de echar abajo nuestros éxitos en la lucha e intentando desarticularnos, pero no lo consiguieron. El apoyo del movimiento obrero y juvenil nacional e internacional no se hizo esperar; se realizaron pronunciamientos y manifestaciones conjuntas, piquetes en diversos países del mundo y nosotros llamamos a realizar paros en el IPN y la UNAM si no se liberaban a nuestros compañeros. Al final las autoridades dieron marcha atrás y tuvieron que liberar a todos los presos del Movimiento de Estudiantes No Aceptados. Mientras escribimos este artículo seguimos luchando por la libertad de nuestro compañero en Oaxaca.

Nos preguntamos ¿Cuáles son los objetivos de la juventud? Nosotros decimos que uno de estos objetivos es ser un ejemplo para el conjunto del movimiento obrero; demostrar en los hechos que es posible luchar y que es posible vencer, que lo que necesitamos es una dirección revolucionaria al frente de nuestras organizaciones sindicales y partidos políticos.

Nuestro objetivo: Cambiar el mundo
Los auténticos marxistas de México, Centroamérica y el Mundo entero no lo ocultamos: queremos cambiar el mundo, tenemos el derecho y la obligación de hacerlo. No somos ningunos utópicos, sabemos que la humanidad se debate entre el Socialismo y la Barbarie a la que nos lleva el sistema capitalista. La revolución Bolivariana es el ejemplo más claro de que no hay caminos intermedios, el propio Chávez que defendía un programa democrático burgués, un capitalismo con rostro humano, hoy llama a construir el Socialismo.

Con casi 40 años de trayectoria podemos decir con toda claridad que la lucha juvenil no se reduce a la lucha estudiantil, si bien hay que formar fuertes organizaciones estudiantiles y juveniles orientadas y vinculadas al movimiento obrero, la tarea no termina ahí. Debemos construir un partido revolucionario de los trabajadores al estilo de los Bolcheviques rusos. Incluso con una revolución socialista triunfante en México o cualquier otro país centroamericano la tarea no estaría concluida; la burguesía nacional e internacional intentaría aplastar el naciente Estado Obrero y a la larga sólo podría culminar las tareas de la revolución y sostener la revolución con su extensión al resto de Centroamérica y América Latina. Una revolución triunfante en un país tendría un gran efecto en el conjunto de la zona.

De manera criminal las clases explotadoras dividieron el cuerpo vivo de Centroamérica, pero nuestros pueblos están íntimamente ligados por estrechos lazos. El triunfo de una revolución socialista en un país sólo sería el inicio para la construcción de una federación socialista de América Central, una federación socialista de América y a nivel mundial.

El capitalismo ha entrado a un callejón sin salida y vivimos una era de cambios profundos. América Latina ha entrado en un periodo revolucionario y la historia de los jóvenes y trabajadores mexicanos y centroamericanos nos muestran la vigencia de las ideas y los métodos del marxismo. Trosky, un revolucionario que ha sido difamado por la burguesía y la burocracia estalinista usurpadora de la revolución Rusa y que su nombre ha sido manchado además por grupos sectarios que nada tienen que ver con el marxismo y que por alguna extraña razón reivindican troskystas, dijo estas profundas palabras: “La crisis de la Humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria” (León Trosky, El programa de transición, Akal editor). Existen todas las condiciones objetivas para transformar la sociedad en líneas socialistas, sólo hace falta el factor subjetivo, es decir, un fuerte partido de masas de los trabajadores a nivel mundial con un programa y métodos marxista y una dirección bolchevique. La tarea central de la juventud revolucionaria es construir esa internacional de los trabajadores basados en las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, construyendo una fuerte organización de cuadros que combata el sectarismo y se oriente firmemente a los sindicatos y partidos obreros de masas de trabajadores para rescatarlos de la influencia del reformismo y del estalinismo y ganándolas a las ideas del autentico marxismo. Del cumplimiento de estas tareas está en juego el futuro de la humanidad. La actual generación de jóvenes podemos pasar a la historia como aquella que luchó de manera heroica y ejemplar pero al final cayó derrotada, como casi siempre ocurre, o bien podríamos sentar las bases para una transformación profunda y real en la sociedad. No queremos una derrota ejemplar, queremos -ante todo- la victoria.

Autora: Patricia Cruz, dirigente estudiantil mexicana, integrante del Comité Central del CLEP-CEDEP, egresada de la Escuela Nacional Preparatoria Nº 3, actualmente estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Forma parte de la Convención Nacional Democrática (CND), ha participado de manera destacada en la dirección del Movimiento de Estudiantes No Aceptados (MENA), en la lucha contra el desafuero de López Obrador, contra el fraude electoral y recientemente ha jugado un papel activo en la oleada huelguística contra las reformas a la Ley del ISSSTE impulsada por el gobierno espurio de Felipe Calderón que afecta a 10 millones de derechohabientes. Es miembro de la Tendencia Marxista Militante, principal organización marxista de México y colaboradora de la Fundación Federico Engels México.

¿Qué es y qué defiende CLEP-CEDEP?El Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico-Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CLEP-CEDEP) es una organización estudiantil que tiene como origen la lucha de los estudiantes mexicanos. Luchamos por defender el derecho a los hijos de obreros y campesinos a recibir una educación pública, gratuita, democrática, científica y de calidad. Somos hijos de trabajadores que luchamos por un puesto de trabajo digno al terminar nuestros estudios. Todo empleo y derecho laboral perdido hoy, lo resentiremos nosotros mañana cuando salgamos a laboral, por eso luchamos hombro con hombro junto a la clase obrera.

Luchamos por construir una organización estudiantil a nivel nacional e internacional, con un carácter permanente, estable y que defienda un programa de clase, siguiendo el ejemplo del Sindicato de Estudiantes del Estado Español formado en las fuertes luchas de 1986/87.

Somos internacionalistas y apoyamos las luchas de la clase obrera y los oprimidos a nivel mundial. Sabemos que los males que sufrimos los jóvenes y trabajadores son causados por el sistema capitalista y que todas las conquistas que obtengamos bajo este sistema serán parciales y se nos arrebatarán cuando la correlación de fuerzas no nos favorezca, esto continuará mientras no cambiemos de raíz la sociedad, por eso luchamos por un sistema democrático y sin explotación llamado socialismo y nos basamos para ello en las ideas del socialismo científico explicadas por Marx, Engels, Lenin y Trosky. Sabemos que la lucha estudiantil es limitada y por eso contribuimos a la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores y fomentamos la militancia política en una organización revolucionaria por eso la mayoría de nuestros integrantes participa en la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional (CMI).

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